Superclásico

Soy hincha/fan/fana de Boca Juniors. Desde hace años he seguido a este equipo en la Argentina, y he gozado y sufrido con sus victorias y derrotas. Me emocioné con Bianchi de DT, los goles de Palermo, la picardía de Guillermo, la pasión de Tevez y sufrí con el pasmado de Riquelme. Incluso recuerdo haber visto al Cani y al Diego con la azul y oro.

Ah pero hoy, hoy es triste hinchar o alentar con la conciencia tranquila. Porque da una sensación torpe ser hincha y no ser humano.

Para los que no saben, hoy se jugaba el partido de vuelta de los octavos de final por la Copa Libertadores en la Bombonera entre River Plate y Boca Juniors. Durante el intermedio, un desadaptado social lanzó gas pimienta sobre los jugadores visitantes, o sea, los de River. La televisión internacional enfocó a los jugadores (personas, humanos, HERMANOS) con lesiones evidentes por este gas. Quemaduras en la piel, ojos irritados, obvio dolor… No sería ser humano si uno no se conmueve con las imágenes.

Varias cosas vienen a mi mente. A ver:

  • Hay gente capaz de lastimar, posiblemente de por vida, a otro ser humano por ser parte, trabajar más bien, en un equipo de futbol diferente al que es de mis simpatías. ¿En serio?
  • Cerca de 90 minutos tardaron los “jefes” en determinar que no se podía continuar. Era evidente que NO SE PODIA. Sobran adornos con poder, faltan hombres con actitud, leí en Twitter hace un momento.
  • Es más importante hacer todo lo posible por que el espectáculo continúe, porque genera dólares. Qué más da si Ponzio, Vangioni, etcétera estén en condiciones de jugar o no. Son empleados del Club, no propiedades de los popes del club. La época de los gladiadores y sus dueños ya pasó. ¿No?

Si tanto genera un partido, si somos capaces como sociedad tolerar personas que van a lastimar, herir o tal vez matar a una persona del equipo deportivo contrario al mío, si es más importante generar dólares que la dignidad o seguridad de los jugadores (personas, humanos, HERMANOS), si no tenemos las agallas de tomar decisiones duras en pro de nuestro prójimo (personas, humanos, HERMANOS), ¿en qué estamos como sociedad? ¿Es que aquí dentro de la cancha se suspende toda humanidad y somos una manada de bárbaros?

Me entra a la mente que esto es resultado de la mal llamada “tolerancia”. Porque hemos llegado a estos niveles por “tolerar” a los violentos, a los barras, a los que le han dado la espalda a su propia humanidad y sin darnos cuenta les hemos dado la batuta del asunto. Lo hemos generado todos al tolerar y soportar la violencia entre nosotros (personas, humanos, HERMANOS) y esto no es más que un spotlight internacional a lo que pasa en todo el mundo en la vida cotidiana. Y lo peor es que ya no nos duele nada, pues estamos tan acostumbrados a la violencia, la vemos tan normal, que la toleramos. E incluso, la celebramos.

Y me atrevo a más: esto pasa porque queremos sacar a Dios la sociedad.

Seguro alguien va a plantearme: ¿cómo hablas de Dios? ¡Esto es futbol! No se mezclan esas cosas. Y todo el discurso que lleva el meter a Dios en las áreas de la vida diaria. Pero es que para el cristiano Dios está en todos lados, Dios nos ve en todo y debe REINAR en todo, pues le decimos SEÑOR.

¿O no?Featured image

Que la sociedad esta arruinada, que estamos sin valores, que no hay moralidad, el violento manda, etc. Yo pienso que es porque no tenemos a Dios en el centro de la vida. Y el centro de la sociedad en nuestra época es dios dinero, dios bienestar, dios espectáculo, dios 9 de área.

Y ahora que tenemos que hacer mea culpa, que debemos tomar acciones, etc. ¿Cómo vamos a hacer eso sin Dios?

Claro, son unos pocos. Los verdaderos hinchas de Boca y de River querían ver futbol. Queríamos ver un juego bonito. Y no… porque mandan los violentos.

Y claro, esta es la hora que, ninguno de los dos equipos se retiran de la cancha, esperando a ver quién cede primero, quien sale del terreno, quien “arruga” antes.

Son adultos que tienen bien sus prioridades. ¿No?

¡Dale Bo…! ¡Aguante, River!

Post scriptum: Dicen las versiones que sigue el juego el sábado. Claro, hay que exprimir más para sacar alguno que otro dólar.

10 de mayo.

Hoy celebró el día de la madre en mi país, Guatemala. Por primera vez en no sé cuánto tiempo coincidió con otros países. No sé a ciencia cierta por qué en otros países se celebra un segundo domingo de mayo, y por qué aquí fijo el 10. No lo busqué porque no lo creo relevante para esta publicación. Porque esta publicación es irrelevante de fechas. Esta publicación es una celebración y agradecimiento a las mujeres de mi vida.

Aprendí a cambiar una llanta como a los 20 años. Supe como echarle gasolina al carro como a los 18 cuando no me quedó de otra y le tuve que preguntar a un empleado de la Shell de la Diagonal 6. Con toda la pena del mundo le pregunté al papá de un amigo como atarme un nudo de corbata. Tengo la leve sospecha que al día de hoy me rasuro mal. Nunca me gustó jugar de carritos o de pistolitas. Creo que he llorado más que una niña en películas nada que ver. Sí, el Rey León es una de ellas, y sorprendentemente El Imperio Contrataca es la otra (denme crédito: en ambas se muere el mismo chato).

Crecí rodeado de mujeres, señoras todas, magníficas y femeninas. Mujeres, muy mujeres, que me enseñaron lo que sabían. Que me educaron a ser hombre, caballero y honrado. Me enseñaron que mentir era malo, que robar peor. No digamos si quiera matar. Me enseñaron que el dinero no lo es todo, que había que hacer los deberes (aunque fuera a las 7:50 antes de que sonara el timbre) y que no había que copiar.

Pero ante todo, me enseñaron a ser cristiano.

Es curioso que entre todas estas mujeres magníficas, repito muy femeninas, me enseñaran el rostro del Padre. Con el amor que me dieron me mostraron el lado materno, por así decirlo, de Dios. Me dijeron que los domingos era de ir a misa, no al estadio. Claro, mi madre me sobornaba con un cassette de NES alquilado en SEVISA para que no hiciera berrinche.Featured image

Caminé de la mano de mi mamá las naves de la Divina Providencia, de Ciudad Vieja, de una en la zona 7 que no recuerdo como se llama. Me enseñaron entre todas a buscar el Rostro Misericordioso del Padre. Me llevaron las primeras veces al Sauce y luego a su atrio a ver a Jesús del Consuelo.

Ahora, me toca poner en práctica todo eso que me enseñaron y pasarlo. Si Dios me da la bendición de ser padre de familia a mis hijos, pero si no, a todos mis hermanos que aún no encuentran al Padre.

Sirva esto como agradecimiento, a aquellas mujeres que me hicieron hombre, las que están aún por aquí, y las que ya duermen en la Esperanza de la Resurrección.

¡¡Feliz día de la madre!!