Llamadas nocturnas

Anoche durante el entreno de karate contesté una llamada donde me avisaban de un procedimiento de emergencia a las 20:30 horas. Como mi mamá me ha enseñado que ni en Navidad hay que negar trabajo, agradecí la llamada y salí antes del entreno para poder estar en quirófano.

Mientras me cambiaba, las visitas al entreno me hacían los usuales comentarios:

– «Qué dura la vida de un médico».
– «Siempre hay que estar disponibles».
– «No hay descansos, que horror».

A los que contesté con un gesto de asentimiento cortés. Pero el último comentario es de los que más mal me caen:

– «A sí, van a trabajar a toda hora PERO ASÍ ES EL PAGO QUE RECIBEN».

Si supieran en realidad como nos pagan… pero me cae mal no por eso, sino porque da la apariencia que uno solo trabaja por dinero.

¿Como evaluamos el trabajo? Ya llevo algún tiempo dándome cuenta que el valor que le damos es cuanto nos paguen por hacerlo. Está bien, hay que tener ingreso para comer, renta, etcétera pero no es la única valoración. Pero habemos algunos bendecidos con la alegría de hacer lo que hacemos con orgullo y amor.

Y sí, la cirugía de anoche todo bien. Deo Omnis Gloria…