Del latín basilica que a su vez deriva del griego βασιλική (fonéticamente, basiliké) que significa ‘regia o real’ (fem.), y viene a ser una elipsis de la expresión completa βασιλική οἰκία (basiliké oikía) que quiere decir «casa real». (Wikipedia)
Durante los 31 días del mes de octubre en la Basílica Menor de Nuestra Señora del Rosario del Centro Histórico de la Ciudad de Guatemala se celebra el mes del Rosario con múltiples actividades en honor la Patrona, la Virgen del Rosario. Hay misas casi cada 2-3 horas, sacerdotes disponibles para el Sacramento de la Reconciliación, rezo solemne cantado del Santo Rosario con Adoración Eucarística constante, música y visitas al Camarín de la Señora. Y eso es dentro del templo: afuera el ambiente es de feria, celebración constante en honor a Ella. Los domingos de octubre al menos una Eucaristía es celebrada por un señor obispo, de todas las diócesis del país. Es una fiesta constante y alegre, llena del amor de la Madre hacia su pueblo y del pueblo hacia Ella.
En este mes de octubre, tuve la sorpresiva oportunidad de visitar la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en CDMX. Hay misas a cada hora, todos los días desde que abre el templo hasta cerrar. Confesionarios siempre con sacerdotes y siempre con penitentes en fila para pasar a reconciliarse con el Señor. Se puede pasar a visitar a la Madre haciendo una cola pequeña cuantas veces uno desee. Afuera hay ambiente festivo con mucha gente acercándose a la Morenita del Tepeyac con amor y humildad. Pasé a verla como 18 veces, recé el Rosario y participé en la Santa Misa. Créanme cuando les digo que nunca pensé ir a misa en la Basílica de Guadalupe. De esas cosas que el Señor le tiene a uno guardadas. Bien dice el Papa Francisco que nuestro Dios es un Dios de sorpresas.
Luego de misa decidí pasar a verla OTRA VEZ. Es impactante estar en un lugar donde SABEMOS que Ella apareció. ¡Qué lujo! De esa última vez no me quería ir: le di como 3 vueltas al asunto (los que han ido me van a entender) porque tenía una sensación de paz y amor materno que no puedo describir.
Hoy fui a despedir el mes a donde mi Mamá (nací en su día – 7 de octubre). Fue como la décima vez que fui en el mes, por mucho el año donde más veces he ido. Cada vez tengo más necesidad de irla a ver, hablarle o a veces solo contemplarle y saber que Ella siempre está. Pase lo que pase, Ella siempre está. El semblante serio y majestuoso que la imagen posee es impactante; hasta puede uno pensar que Mamá está seria porque algo malo hemos hecho (admitámoslo: usualmente es así). Hoy sabido que no andaba muy bien portado, entré sabiendo que me iba a topar con su mirada seria. Decidí evadirla, cual niño regañado, y comencé la cola para subir con Ella. Rezando su Rosario, fui meditando en qué aspectos ando flojito en mi vida espiritual. Poco a poco fui viendo luces de como mejorar, como combatir la tentación. Para cuando estuve al lado de Ella, ya no me sentía TAN mal. Como niño malcriado me animé a levantar la vista sabiendo que me había portado mal. Ya Ella no tenía el semblante serio y majestuoso, sino una sonrisa discreta, amorosa, de madre. ¡Yo sé que es una imagen! No me lo tienen que decir. Pero Ella me sonrió hoy. En serio. De veritas. Lo que sentí hoy a su lado, fue parecido a lo que sentí delante de la Morenita en CDMX. Ella presente mostrando su lado de amor materno, su lado «débil» por su reincidente hijo mal portado (o sea, yo).
Octubre 2018 ha sido muy bendecido. Pienso: ¡Qué dicha la de los hermanos mexicanos de tenerla a Ella siempre cerca! En su basílica, abierta siempre, con disposición de sacerdotes para los Sacramentos siempre. Los chapines solo tenemos esa Gracia un mes al año. Yo sé que Guadalupe es importante para el mundo, no hay comparación. PERO sea aquí o allá Ella está, Ella escucha, Ella ve…
Tengo que ir más veces a verla en 2019.